Es probable que el panorama de la inversión en movilidad inteligente se caracterice por el cambio constante:
- El solapamiento cambiante entre tecnologías y sectores (a medida que se desarrollan nuevos enfoques.
- La relación cambiante entre las empresas dentro de los sectores (debido al desarrollo o consolidación de las empresas).
- La cambiante relación entre productores y consumidores (propiedad frente a movilidad como servicio).
Aunque tengamos el marco). Es posible que se produzcan retrocesos, no sólo por motivos económicos, sino por avances tecnológicos (o callejones sin salida).
En los mercados públicos, es probable que los fabricantes de vehículos eléctricos sigan siendo el elemento más visible de la transformación del transporte. La atención se ha centrado recientemente en las elevadas valoraciones de las acciones de los fabricantes de vehículos eléctricos (VE) exclusivamente, a menudo por encima de las de los fabricantes de vehículos tradicionales, cuyas ventas y rentabilidad son muy superiores. Estas valoraciones dependen de las elevadas expectativas de crecimiento de las ventas, de los mayores márgenes de los VE y de la diversificación de estas empresas en otras áreas de negocio, lo que cambia sus perfiles de inversión: por ejemplo, redes de recarga, negocios de software, divisiones de energía, negocios de semiconductores, robo-taxi o robo-operación de flotas de transporte.
La atención de los inversores se ha ampliado para incluir inversiones en fases anteriores, como las celdas de baterías y la extracción de materias primas. Las baterías representan una gran parte de los costes de los vehículos eléctricos y su escasez podría perturbar las cadenas de suministro (como ocurrió con los semiconductores durante la pandemia mundial de Covid). Los principales fabricantes de automóviles han realizado recientemente importantes inversiones en gigafábricas. Sin embargo, cabe señalar que los proveedores de baterías chinos (56%), seguidos de los surcoreanos (26%) y los japoneses (10%), ocupan actualmente una posición dominante en el desarrollo y la producción de pilas y baterías. El mercado está muy concentrado y tres empresas son responsables de más del 90% de la capitalización del mercado combinado (sin incluir a los fabricantes de automóviles con producción de baterías). Los actuales líderes del mercado obtienen ventajas considerables de las economías de escala, las altas barreras de entrada al mercado y el conocimiento tecnológico. Es poco probable que esta posición se vea fácilmente cuestionada en breve.
Las interrupciones de la cadena de suministro durante la pandemia recordaron a los consumidores lo importantes que son los semiconductores en la industria automovilística.53 Es probable que esta importancia aumente aún más con la creciente digitalización y digitalización del transporte, así como con la conducción autónoma (que exige volúmenes muy elevados de procesamiento de datos). En los últimos años, la industria de la automoción y la movilidad también ha observado un cambio significativo en la asignación de ingresos hacia el software, además de la cadena de valor de las baterías. Una previsión sugiere que los ingresos de la industria del software podrían alcanzar niveles comparables a los de los flujos de ingresos de los vehículos eléctricos o los motores de combustión interna (ICE) en 2030.
El gasto en I+D de software está estrechamente ligado al concepto de movilidad como servicio (por ejemplo, a través de la conducción autónoma, comentada anteriormente). Las empresas más especializadas compiten aquí con empresas tecnológicas mucho más grandes y consolidadas, que ya proporcionan sus ecosistemas a casi todos los coches que se venden hoy en día.
Así pues, dependemos de los sistemas de transporte para que nuestras economías y sociedades funcionen. Pero es necesario que sean menos perjudiciales para el medio ambiente y para las personas. La movilidad inteligente -la aplicación de la tecnología para mejorar los sistemas de transporte- puede ayudarnos a conseguirlo.
Sin embargo, la movilidad inteligente no es una panacea. Como sociedad, todavía tenemos que tomar decisiones difíciles sobre el cambio de tecnologías y enfoques, la optimización de los sistemas de transporte y la priorización de las necesidades de transporte. Las decisiones tendrán un coste, pueden ser políticamente difíciles y es probable que se tomen en un contexto tecnológico y empresarial en rápida evolución.
Las oportunidades de inversión en movilidad inteligente serán múltiples y amplias. Sin embargo, los inversores en el sector se enfrentan a un proceso de cambio continuo, posiblemente con importantes cambios de dirección (tanto por razones políticas como tecnológicas). A nivel corporativo, los fabricantes tradicionales de automóviles deben competir con nuevos participantes en el mercado, entre los que se incluyen empresas tecnológicas con grandes bolsillos y marcas fuertes, así como fabricantes de vehículos eléctricos y proveedores de baterías. El futuro de la movilidad inteligente ya no pertenece solo a las empresas industriales tradicionales: las empresas de software, hardware y semiconductores desempeñarán un papel importante.
Hacerlo bien no es sólo una cuestión de acceso a la tecnología: también es una cuestión de flexibilidad. Las empresas capaces de cambiar rápidamente su modelo de negocio (en términos de fabricación o distribución) probablemente obtengan mejores resultados en un entorno tan fluido.
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